Cerca de un gran Castillo, y revoloteando sobre sus torreones, vivían dos animales…. un buitre y una hermosa paloma.
Siempre que el buitre se acercaba al Castillo, los guardias trataban de expulsarlo; Pero por el contrario, cuando la paloma se aproximaba, los guardias la obsequiaban con abundante comida.
Aún y así, el buitre regresaba un día tras al Castillo, y esquivando los malos modos de los guardias, procedía a comerse las ratas que abundaban en el edificio.
El Consejero del rey solo observaba.
Sucedió, que un buen día, los enemigos del Rey lograron penetrar en el Castillo, y llegar hasta sus habitaciones; En la puerta encontraron a la paloma, la los miró sin moverse, y sin hacer cualquier gesto… excepto comer.
Los soldados enemigos se acercaron al pequeño hijo del rey con el ánimo de secuestrarlo y solicitar un gran rescate, pero el buitre, que por casualidad allí se encontraba, los atacó con fiereza, causando tal escándalo, que pronto los guardias del Rey aparecieron consiguiendo reducirlos y capturarlos.
Más tarde el Rey se reunió con su Consejero, y conversaron sobre lo que había sucedido.
Creo que hoy hemos aprendido algo muy importante, majestad. -dijo el Consejero-
Y dime… ¿Qué lección podemos extraer de tan insólita situación? -le pregunto el Rey-
No siempre lo que parece bonito a los ojos es realmente leal. Aunque la paloma haya sido alimentada todo este tiempo no hizo nada para defender a los que la alimentaron. El buitre, sin embargo, y a pesar de su aspecto desagradable y los contratiempos vividos, si fue capaz de defendernos. En realidad, yo creo que él es mas bello que la paloma, pues sus actos así lo han demostrado.
Tienes razón –le contestó el Rey- desde hoy, mis guardias ya tienen ordenes de no impedirle la entrada, y de alimentarlo como muestra de agradecimiento por lo que acaba de demostrar.
Y así fue… el buitre continuaba viviendo y sobrevolando los torreones del Castillo, alimentándose de todo aquello que encontraba en los numerosos campos que lo rodeaban, y sin sufrir mas persecuciones. Cuentan también, que en las épocas de escasez, siempre encontraba un buen trozo de carne con el cual alimentarse.
Y colorín colorado…..
La paloma? Ah si!…. cuentan los lugareños que por algún extraño motivo la vieron volar bien lejos de aquellas tierras, y que ya nunca regresó.
La belleza del cuerpo es un viajero que pasa; Pero la del alma… es un amigo que queda.
La lealtad es un plato simple, modesto, que se sirve en la mesa de todos, y que de acuerdo a como lo trates. tendrá un sabor dulce o amargo.
Siempre que el buitre se acercaba al Castillo, los guardias trataban de expulsarlo; Pero por el contrario, cuando la paloma se aproximaba, los guardias la obsequiaban con abundante comida.
Aún y así, el buitre regresaba un día tras al Castillo, y esquivando los malos modos de los guardias, procedía a comerse las ratas que abundaban en el edificio.
El Consejero del rey solo observaba.
Sucedió, que un buen día, los enemigos del Rey lograron penetrar en el Castillo, y llegar hasta sus habitaciones; En la puerta encontraron a la paloma, la los miró sin moverse, y sin hacer cualquier gesto… excepto comer.
Los soldados enemigos se acercaron al pequeño hijo del rey con el ánimo de secuestrarlo y solicitar un gran rescate, pero el buitre, que por casualidad allí se encontraba, los atacó con fiereza, causando tal escándalo, que pronto los guardias del Rey aparecieron consiguiendo reducirlos y capturarlos.
Más tarde el Rey se reunió con su Consejero, y conversaron sobre lo que había sucedido.
Creo que hoy hemos aprendido algo muy importante, majestad. -dijo el Consejero-
Y dime… ¿Qué lección podemos extraer de tan insólita situación? -le pregunto el Rey-
No siempre lo que parece bonito a los ojos es realmente leal. Aunque la paloma haya sido alimentada todo este tiempo no hizo nada para defender a los que la alimentaron. El buitre, sin embargo, y a pesar de su aspecto desagradable y los contratiempos vividos, si fue capaz de defendernos. En realidad, yo creo que él es mas bello que la paloma, pues sus actos así lo han demostrado.
Tienes razón –le contestó el Rey- desde hoy, mis guardias ya tienen ordenes de no impedirle la entrada, y de alimentarlo como muestra de agradecimiento por lo que acaba de demostrar.
Y así fue… el buitre continuaba viviendo y sobrevolando los torreones del Castillo, alimentándose de todo aquello que encontraba en los numerosos campos que lo rodeaban, y sin sufrir mas persecuciones. Cuentan también, que en las épocas de escasez, siempre encontraba un buen trozo de carne con el cual alimentarse.
Y colorín colorado…..
La paloma? Ah si!…. cuentan los lugareños que por algún extraño motivo la vieron volar bien lejos de aquellas tierras, y que ya nunca regresó.
La belleza del cuerpo es un viajero que pasa; Pero la del alma… es un amigo que queda.
La lealtad es un plato simple, modesto, que se sirve en la mesa de todos, y que de acuerdo a como lo trates. tendrá un sabor dulce o amargo.
